Estas breves líneas las escribimos a dos manos, pues somos dos cuñados entrañables que hemos sabido participar del mismo sueño durante treinta años.
Nos complementamos en el trabajo y en las ideas, porque somos abiertos y versátiles. Está en nuestro carácter. Podemos programar y decorar cuatro o cinco fiestas en un mes, en distintas ciudades. Mientras hacemos una fiesta clásica, trabajamos al mismo tiempo en un matrimonio oriental minimalista y una fiesta de estilo hindú con mucho color. Hemos diseñado fiestas medievales, románticas, modernas o barrocas. Tratamos de ser diversos y diferentes en cada ocasión porque así también son nuestros clientes. En cada celebrante hay un sueño, una posibilidad, un presupuesto, un gusto y una necesidad.
Como un matrimonio, cada hecho capital de la vida exige una celebración memorable: el nacimiento, el bautizo, los 15 años, un bar mitzvah, las graduaciones, las partidas y los retornos, las bodas de plata, las de oro, los aniversarios. Eso pasa en todas las sociedades, todas las culturas y todas las épocas. Igual en las empresas. Miradas así, las fiestas son como hitos plantados en el tiempo, monumentos para la memoria, para saber que vivimos, que no olvidamos, que hemos sido felices