Los reactivos utilizados en hematología suelen incluir colorantes específicos para la identificación de células sanguíneas, como el Wright-Giemsa. También se emplean soluciones de fijación y lisis para preparar muestras. Además, algunos reactivos facilitan la realización de pruebas específicas, como la determinación de hemoglobina o la clasificación de células mediante técnicas de inmunohematología. Estos reactivos son diseñados para proporcionar resultados precisos en el análisis de muestras sanguíneas y permitir la evaluación de diversos parámetros hematológicos.